SABIDURÍAS DE UN RARO VIAJE, BUSCANDO UN DESTINOHe aquí, otra vez en una más de mis aventuras, decidí tele transportarme por cuestiones cósmicas hacia un mundo llamado BiblioWorks, donde el viaje era largo, con muchas rutas en el tramo, talvez llanas, talvez rocosas, pero desconocidas al final, la suerte era incierta pero de mi dependía y como dicen en otros mundos “agarré el toro por las astas” y sabiendo de las consecuencias de mi viaje me arriesgué, como aventurera que soy, a experimentar vicisitudes y rutinas nuevas en costumbres no antes vividas…
El bus que me acogió para tan largo viaje, digamos que se llama “bibliomóvilworks” estaba siendo conducido por dos personas llamadas Mateo, un “kallawuaya” en proceso de formación y Maritza, una originaria mujer mestiza de carismático y sencillo espíritu (serán los sabios personajes), quienes por su diferente cuna de nacimiento, terminan discutiendo sobre cuestiones de la vida como si fueran paisanos mestizos de toda la vida. Eran dos personas muy sabias, pese a que no entendía lo que hablaban, solo tenía la certeza de que la vida los había hecho de amplios conocimientos, sobre todo cuando mencionaron unas peculiares palabras que luego les dí sentido, cuando ingresaba a ese extraño medio de transporte, ellos me dijeron; “ya has llegado, esto es paseo no mas para que te recuerdes señorita”, espero no olvidarme de tan ilustres palabras al final de mi destino…
Les relataré lo que hasta ahora fueron mis dos primeras paradas que tuve en el tramo, la primera fue un lugar llamado Tarabuco donde descansamos un momento, una compañera de viaje, quien se había introducido hace un tiempo atrás en el extraño mundo del quechua indígena por raíces ancestrales y aunque su conocimiento en esa lengua se estaba extinguiendo, ella podía entenderla un poco; así que como dije al iniciar mi viaje, miré con buena cara esa vicisitud y pedí a mi compañera me ayudara con algunas de esas cuestiones incaicas, así que hice un hincapié en empezar mi ardua tarea de tratar de entender el gran significado del milenario idioma mientras que el futuro y gran kallawaya y nuestra noble mestiza se encontraban con los “apuchas” (abuelos) del lugar haciendo tributos a su “Pachamama”
Este lugar llamado Tarabuco expresa misterio, vivencias que al ser relatadas inspira a haber querido vivirlas como propias, te llama a cerrar los ojos y tratar de escuchar el viento que roza por las montañas invitándote a trasladarte muchos años atrás y sientas los pasos de aquellos personajes que con su vida y sabias palabras creaban un mundo de inexplicable valor cultural y bailes al ritmo de sus tradicionales músicas, aunque Maritza trató de hacernos experimentar aquello, no se pudo, ya que lamentablemente el idioma vientoñol era muy complicado de aprender de buenas a primeras, ella nos dijo que para aprenderlo se tiene que vivirlo y con el tiempo logras ser parte de el.
Luego de unas horas de estar en ese místico lugar retomamos el viaje y conocí a dos personajes de cuna francesa, amigos de mis sabios personajes, que como dije eran de amplios conocimientos; ellos los ayudarían compartiéndoles consejos y experiencias durante su estadía por estos lares indígenas; el viaje fue muy divertido con ellos porque también me mostraban la visión que tenían acerca de muchas cosas y a medida que nos íbamos conociendo fuimos cantando y riendo en el camino.
La segunda parada fue en un lugar llamado Yamparaez, en este lugar también descansamos por un momento, ya que nuestro kallawaya (desde que alguien se conoce con el, se vuelven sus hermanos) se encontraba cansado y se entusiasmó por ir a ver a sus amigos del lugar, que aunque el no es propio de este lugar se siente muy acogido por todos y en cuanto el pisa esta árida pampa se le acercan todas las personas para saludarlo y el sabio Amauta para ponerle su propia “Iñaka” o mantilla como símbolo de respeto, cariño y bienvenida al pueblo y al colocarle esa vestimenta le dijo: “Sujna wayra te trajo a visitarnos bienvenido seas”. Nuestra mestiza también fue bien recibida por las mujeres del lugar invitándole unas deliciosas papas rellenas en una canasta adornada con flores amarillas y cintas de colores. El amauta les hizo entrar a su casa y a nosotros nos dijo que fuéramos a “jáukay” (descansar) por el lugar, al hacerlo me sentí muy bien y aunque el clima era frío y ventoso, la gente es muy cálida con todos los que los visitan, me gustó pasear por los alrededores escuchando el sonido del pequeño riachuelo, viendo un paisaje que aunque no goza de mucha flora me agradó de una manera especial, cuando ya se hacía de noche fuimos invitados a quedarnos a dormir y compartir una cena con el amauta y las mujeres del lugar para recuperar “kallpas” (fuerzas) y partir en la mañana con los primeros y beneficiosos rayos del gran Inti (sol).
Cuando el sol Inti volvía a salir, nos preparamos para el viaje y los de Yamparez nos hicieron un rito de despedida y desearnos un encuentro con nuestro espíritu, el amauta le dio una bebida especial a Mateo, la “pachak’anchay” o luz del universo, algo extraño pasó después este hecho, ambos nos miraron a mi compañera de viaje y a mí; y el amauta le asintió la cabeza a Mateo, él se me acercó con una tinaja llena de piedras de diferentes formas, tamaños y colores y me dijo: saca una “rumi”, la que te guste porque estará contigo por mucho tiempo y decidirá tu destino; saqué una de un color morado suave y de forma circular, cuando los demás la vieron me dijeron repetidas veces la palabra: “Qhëpay, Qhëpay, Qhëpay…” traducido, significa “quedar”; yo no comprendía bien lo que estaba pasando, cuando le toco a mi amiga escoger una piedra, ella escogió una triangular de color blanca, Mateo la miro y le dijo: “Apa’chiy” (enviar), tu destino es otro…
La mujer mestiza y el kallawaya se nos acercaron y nos dijeron que el espíritu de cada lugar había hablado por nosotras a través de las piedras ya que todas las que había eran de esos lugares pero tenían diferentes significados, cada una de nosotros tiene una energía distinta de la otra y eso hizo que el destino nos lleve por caminos diferentes, para cumplir con tareas que nos fueron encomendadas para ayudar a las personas del lugar que nos tocó a cada una, ya que solo así encontraríamos algo que dejamos de buscar.
Los sabios personajes no me abandonarían, solo quieren que trate de encontrarle sentido a todo este pequeño viaje, porque este, es recién el comienzo de uno más largo que lo caminaré después de cumplir mi tarea aquí, me prepararán para dejarme a cargo de una de sus funciones, ellos no estarán siempre, deben cumplir los designios que se les presentan; pero sé que cuento con su sabia bendición, cuando ellos debían partir para ir a dejarla a mi compañera a la tierra de Tarabuco, la mujer mestiza me dijo: recuerda lo que te dije al empezar el “viaje” y tendrás tu primera respuesta.
Descubrí que no estaba haciendo un viaje al mundo de Biblioworks, yo ya estaba en él, lo que estaba haciendo solo era un recorrido por los lugares que existen en su interior, yo ya estaba siendo parte de ese mundo desde el momento que decidí embarcarme en la aventura con la carismática mujer mestiza y el sabio kallawaya y arriesgarme a tomar a los retos por las “astas” para experimentar otras vivencias culturales, de las cuales aprenderé mucho y estoy segura que no se las olvidará… aquí recién comienzo mi viaje…
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